Cuando escucho a un niño o niña hablar con timidez en una entrevista, en una audiencia, o cuando leo una carta escrita con faltas y dibujos, recuerdo por qué elegí este camino.

La justicia centrada en la niñez no es una teoría. Es una responsabilidad cotidiana, una mirada, un tono de voz, una forma de narrar lo jurídico. Que puede gestionar conflictos. Y también puede abrazar.

Servir desde este lugar es, para mí, la forma más profunda de transformar el mundo que ellos heredan.