Escuchar a niños, niñas y adolescentes no es solo un ejercicio de palabras, es una disposición total para alojar su sentir, su historia y sus emociones. Es entender que, más allá de lo que dicen, está lo que necesitan expresar y lo que nosotros, como adultos, debemos aprender a interpretar.
En estas fotos, junto a Brenda (nombre ficticio), logramos proponer un espacio de confianza y creatividad a través del armado de un rompecabezas gigante. Este acto simbólico señala que escuchar también implica construir y deconstruir juntos, pieza por pieza, como quien arma una vida desde nuevos horizontes.
La interdisciplina como puente: trabajar desde y con la interdisciplina enriquece el proceso de escucha y abre nuevas perspectivas. Psicólogos, trabajadores sociales y otros profesionales aportan un valor incalculable, ayudando a traducir lo que cada niño o niña intenta comunicar y generando estrategias más integrales y efectivas para su bienestar.
La escucha real no es solo oír, sino estar presentes con el corazón y la mente, dispuestos a proponer alternativas y encontrar caminos que dignifiquen y protejan su desarrollo.
Porque cada niño y niña que escucha cómo su voz importa, aprende que su lugar en el mundo es valioso. Como ese rompecabezas que, cuando lo concluimos, vimos que cada pieza estaba en su lugar y con una figura definida, como la misma vida.
¿Estamos realmente dispuestos a escuchar, construir y trabajar juntos?
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