Recientemente conocí la iniciativa «Vacaciones sin Trabajo Infantil», destinada a garantizar el derecho al descanso y al juego de niños en situación de vulnerabilidad. Una propuesta valiosa, sin duda, pero que también invita a una reflexión más profunda. Esto me llevó a preguntarme: ¿qué lugar ocupa la infancia en nuestra sociedad? Noticias como esta evidencian que el trabajo infantil no es solo un problema económico o familiar, sino el reflejo de una cultura que, muchas veces, trata a los niños como piezas funcionales: útiles mientras cumplen un rol, prescindibles cuando se convierten en una carga.

A comienzos de 2025, mientras la humanidad avanza en múltiples frentes, también hemos normalizado la rapidez, la inmediatez y el descarte. Usamos y desechamos objetos sin reparo, pero ¿qué ocurre cuando esa lógica se aplica a las personas, y en especial, a los niños?

Trabajo infantil: se justifica con frases como «ayudan a su familia» o «es mejor que estén en la calle», olvidando que cada niño que trabaja es un niño privado de su educación y su derecho a la infancia. Infancias institucionalizadas: en algunos casos, los sistemas de protección replican esta lógica. Niños que no encajan en estructuras rígidas son desplazados, institucionalizados y, a veces, olvidados. Juventud en conflicto con la ley: adolescentes en vulnerabilidad son etiquetados y condenados antes de que el Estado garantice sus derechos. ¿Cuántas veces oímos que no merecen segundas oportunidades? Duelen ciertas realidades en 2025.

La cultura de lo desechable no es solo un problema ambiental; es una crisis social y de derechos humanos. Cuando se normaliza el descarte de lo que «ya no es útil», las infancias vulnerables son las primeras en ser relegadas, expuestas a las peores consecuencias de guerras, desplazamientos forzados, sicariato infanto-juvenil, trabajo infantil y la crisis de los refugiados.

Cada niño merece una infancia libre de explotación y un sistema que lo acompañe en su desarrollo. Es momento de preguntarnos qué tipo de sociedad estamos construyendo y qué lugar le damos a la infancia en ella.

Volviendo a la interpelación de aquella noticia, ¿basta un día de vacaciones para garantizar un verdadero momento de paz y niñez, o necesitamos un compromiso más profundo y sostenido?

Pensemos…