En los procesos que involucran a niños, niñas y adolescentes, el compromiso ético es cardinal: protegerlos de daños evitables.
La entrevista es un derecho del niño y, al mismo tiempo, un deber del sistema: generar condiciones adecuadas, cuidadosas y adaptadas.
Comparto algunas pautas que fuimos construyendo desde nuestro juzgado junto con el equipo interdisciplinario para orientar estas prácticas y abordajes.
¿Como llevar adelante una entrevista?
1º: Planificación mínima y precisa
Definir qué se necesita conocer evita solicitar relatos reiterados.
El juego, los soportes visuales y las dinámicas lúdicas fortalecen confianza, expresión y regulación emocional.
2º: Una sola entrevista sustantiva
– Preparada, con objetivos claros y un guion flexible.
– Registro único y seguro: preferentemente video o audio de calidad + acta sintética.
– Acceso restringido a quienes lo necesiten para decidir o acompañar.
3º: Técnicas adecuadas y sensibles
– Lenguaje claro; preguntas abiertas y no sugestivas.
– Ambiente amable, tiempos flexibles y posibilidad de pausar.
– Ofrecer alternativas: hablar, dibujar, señalar.
– Validar siempre su derecho a no responder, a guardar silencio, a no continuar o a retirarse y retomar la entrevista cuando se sientan preparados.
4º: Trabajo en red y coherencia institucional
– Coordinación efectiva entre escuela, salud y justicia.
– Evitar circuitos paralelos que obliguen a repetir lo mismo.
– Explicar el proceso con palabras comprensibles según la edad.
– Prever la participación del abogado o la abogada del niño cuando corresponda, cuidando que su presencia no afecte la espontaneidad de la entrevista.
Checklist super breve
¿Está definido quién entrevistará?
¿La sala está acondicionada para el bienestar de un niño, niña o adolescente?
¿La grabación contará con consentimiento informado y resguardo de datos?
¿Está previsto cómo solicitar ese consentimiento a la persona menor de edad?
¿Existe un plan de acompañamiento o derivación posterior?
¿La red usará ese registro sin pedir un nuevo relato?
Errores a evitar
Pedir “contame otra vez” en cada instancia.
Formular preguntas cerradas o sugestivas.
Exponer el registro a más personas de las necesarias.
Tratar la entrevista como un interrogatorio o asumir que el niño está obligado a decir todo lo que el adulto quiere saber.
Una entrevista mínimamente diseñada es una forma concreta de protección de derechos.
Aquellas son solo algunas pautas. Puede haber más y mejores.
Garantizarlas es parte esencial de una justicia verdaderamente centrada en la niñez.
