El derecho a ser oído es un pilar fundamental en los procesos judiciales que involucran a niños, niñas y adolescentes. No se trata solo de una cuestión legal, sino de un derecho humano que busca asegurar que las voces más vulnerables de la sociedad sean consideradas al tomar decisiones que impactan directamente en sus vidas.
Organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, UNICEF y Cortes Internacionales de Derechos Humanos han dejado claro que la voz de los niños, niñas y adolescentes no debe ser un mero trámite formal, sino una herramienta que guíe las decisiones judiciales, permitiendo un verdadero entendimiento de sus realidades y deseos.
El cambio de paradigma
Ya no basta con proteger de manera abstracta los derechos de la infancia. Hoy, jueces y autoridades tienen la responsabilidad de escuchar activamente, adaptar los procesos y procedimientos, y tomar decisiones teniendo en cuenta las circunstancias reales de cada caso. Este enfoque prioriza la flexibilidad y la sensibilidad sobre la rigidez de las formalidades legales y procesales.
El valor de una buena escucha: ¿Cómo hacerlo?
Quizás no haya respuestas exactas, pero sí intentos y buenas prácticas que nos permiten mejorar continuamente. Escuchar tiene grandes beneficios, pero también implica riesgos. Reflexionar sobre el acto de escuchar, tanto con uno mismo como con otros, es esencial. La mayoría de las personas se enfocan en hablar antes de aprender a escuchar. Sin embargo, como cuando se juega a la pelota, el recibir la palabra correctamente debe preceder su emisión.
El valor del buen silencio
En cualquier situación, el silencio es un recurso valioso. Escuchar sin exaltarse, esperando pacientemente a que el otro termine, permite que se añadan o retiren ideas, evitando interrupciones innecesarias. La escucha respetuosa es tan importante como la expresión misma.
La importancia del criterio de realidad en los procesos judiciales
El principio de flexibilidad y el criterio de realidad permiten que los procesos judiciales tengan una visión más amplia y profunda de las problemáticas que afectan a niños y adolescentes. Este enfoque asegura que los derechos de los niños se respeten conforme a su capacidad evolutiva. No todos los niños “hablan”, pero siempre “expresan”.
Un cierre que invita a una mayor apertura
El derecho a ser oído es una herramienta indispensable para la justicia. No es solo un principio teórico, sino una práctica que debe aplicarse con rigor y sensibilidad. Los niños y adolescentes no son solo destinatarios de decisiones, sino protagonistas de su propia historia.
Escuchar sus voces, con un enfoque activo y sin barreras formales, es clave para construir un sistema judicial que garantice y proteja sus derechos.