Desde las alturas de los cerros tucumanos, una maestra marcó la diferencia. Miriam Lera no se rindió ante los desafíos que la pandemia presentó para la educación. Con creatividad y compromiso, transformó la radio en su aula, logrando enseñar a leer y escribir a niñas y niños en zonas donde la tecnología era un lujo distante.
Oriunda de Amaicha del Valle, fue seleccionada entre 2.100 postulantes al reconocimiento a las historias más inspiradoras de docentes excepcionales que dejaron una huella indeleble en sus estudiantes y la comunidad.
Esta docente, en plena pandemia, transformó un micrófono en su herramienta educativa, usando la radio local para llegar a sus alumnos cuando el celular no era opción. Con más de 28 años de experiencia en Amaicha del Valle, siempre busca innovar: desde convertir las ruinas de Quilmes en aulas abiertas hasta cumplir el sueño de llevar a sus estudiantes a conocer el mar.
Su creatividad y compromiso son un ejemplo de cómo garantizar el derecho a la educación, incluso frente a las mayores adversidades.
Esta historia es un ejemplo vivo de cómo, en nuestro «metro cuadrado», podemos marcar diferencias y lograr transformaciones. Que podemos adaptarnos y reinventarnos frente a la adversidad.
En el caso de la docente, más allá de las herramientas tradicionales, es la vocación y la humanidad lo que realmente marcó y sigue marcando esa diferencia en la vida de sus estudiantes.
Un agradecimiento especial a La Gaceta por traer a la luz esta historia que no solo conmueve, sino que nos reafirma que podemos creer.
Porque la Convención de los Derechos del Niño se materializa de esta forma. 35 Aniversario.