El Trabajo Social no es solo una profesión; es un espacio de cruce entre las necesidades de las personas y la fuerza transformadora de la comunidad. Allí donde se abren brechas de vulnerabilidad, surge el compromiso de quienes, con vocación, acompañan, contienen y fortalecen los lazos sociales.

Pero esa tarea no es exclusiva de un grupo de profesionales. La promoción y protección de derechos nos exige corresponsabilidad: familias, escuelas, instituciones, gobiernos y ciudadanía compartimos el deber de sostener un entramado comunitario que proteja la dignidad de cada persona.

Cada acción, por pequeña que parezca, puede convertirse en un factor de cambio. Cuando entendemos que la justicia social se construye entre todos, dejamos de mirar desde afuera y nos convertimos en parte activa de la solución.

Desde esa mirada es que pudimos trabajar las II Jornadas de Trabajo Social propuesta por la Secretaria de Desarrollo Social y la Dirección de Niñez de esta región, el pasado viernes, 29 de agosto.

El desafío está en seguir tejiendo redes de corresponsabilidad que garanticen que ningún derecho quede en el camino.