En el reciente encuentro «Congresales por la Paz», celebrado en la emblemática Casa Histórica de Tucumán (sitio donde se firmó la Declaración de Independencia de Argentina), alumnos de diversas escuelas firmaron un acta simbólica comprometiéndose a construir un ambiente de paz y diálogo en sus aulas. Esta iniciativa busca algo más profundo que la mera resolución de conflictos: enseña a los niños a reconocer el valor de la palabra, la empatía y la mediación para resolver problemas pacíficamente.
Lo más sorprendente es que, según los testimonios de quienes impulsan el programa, los adultos enfrentamos un desafío mayor en adoptar estas herramientas de diálogo y convivencia. Los niños, en cambio, demuestran una facilidad para comprender y aplicar técnicas de mediación, y no solo en la escuela; llevan estos aprendizajes a sus hogares, mostrando un impacto en sus familias.
![nueva generación](https://marianareygalindo.com.ar/wp-content/uploads/2024/11/1730590695224.jpg)
Estos pequeños mediadores nos recuerdan que la Paz y la Justicia comienzan en la educación temprana, y son ellos quienes nos enseñan que el diálogo es una habilidad que se construye.
Esta experiencia reafirma el rol fundamental de la escuela como espacio para aprender a convivir, reforzando la importancia de un sistema educativo que priorice la enseñanza de valores humanos y de convivencia.
¿Estamos los adultos verdaderamente preparados para aprender de las nuevas generaciones y aplicar su ejemplo en la construcción de una convivencia basada en el respeto y la empatía?
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