Según un estudio de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, siete de cada diez niños y adolescentes en Argentina sufren acoso o ciberacoso a diario. Este preocupante dato posiciona a la Argentina entre los cinco con mayor cantidad de casos reportados a nivel mundial [1].
Estos datos reflejan cómo la violencia, en sus diversas manifestaciones, se ha normalizado en diferentes sociedades. Sin embargo, es fundamental entender que la violencia no es un rasgo innato del ser humano; no nacemos con ella, sino que la aprendemos a lo largo de nuestras vidas. Se nos enseña, a veces de manera inadvertida, a resolver conflictos mediante la imposición, a justificar ciertas agresiones como «formas de educar» o a considerar la dureza como una cualidad necesaria para sobrevivir. De este modo, crecemos en entornos donde las relaciones de poder, el castigo y la fuerza se vuelven cotidianos, perpetuando un ciclo difícil de romper.
Pero si la violencia se aprende, también es posible desaprenderla. ¿Podemos reconstruir nuestra forma de relacionarnos? ¿Cómo podemos transformar patrones heredados para crear espacios basados en el respeto y la convivencia pacífica? En este artículo, busco ahondar cómo el desaprendizaje de la violencia puede ser herramientas fundamentales para desarticular las violencias arraigadas en nuestra sociedad.
¿Por qué la violencia se aprende?
La violencia no surge espontáneamente en una persona o en una sociedad. Se transmite, se refuerza y se normaliza a través de múltiples canales que configuran nuestra manera de ver el mundo y de relacionarnos con los demás. Desde la infancia, absorbemos modelos de comportamiento, discursos y estructuras que nos enseñan, a veces de manera inconsciente, que la violencia es una forma válida de interacción.
Modelos familiares y sociales
El primer espacio donde aprendemos a interactuar es el hogar. Los niños observan y replican las dinámicas que ven en sus familias, ya sea en la manera de resolver conflictos, en la comunicación o en el manejo de las emociones. Cuando el castigo físico, los gritos o la descalificación son habituales, se interioriza la idea de que la agresión es una herramienta legítima para imponer autoridad o expresar frustración.
A nivel social, las normas y expectativas también refuerzan ciertos tipos de violencia. Expresiones como «Los hombres no lloran», «Si te pegan, defiéndete», o «Así es la vida, hay que ser duro», contribuyen a construir una cultura donde la agresividad y la dominación son vistas como signos de fortaleza, en lugar de conductas problemáticas.
Cultura y medios de comunicación
El cine, la televisión, la música y las redes sociales tienen un papel fundamental en la construcción de imaginarios sobre la violencia. En muchas narrativas, el héroe es aquel que responde con fuerza, el poder se impone a través de la dominación y la venganza se presenta como justicia.
- Ejemplo concreto:
Un estudio titulado «La violencia en los dibujos animados norteamericanos y japoneses: su impacto en la agresividad infantil» comparó dos tipos de animación con contenido violento y su posible efecto sobre la agresividad infantil. Se trabajó con dos grupos experimentales y uno control en una escuela primaria. Los resultados indicaron que los dibujos animados norteamericanos y japoneses tuvieron un efecto significativo en el aumento de la agresividad general en los niños de los grupos experimentales, siendo la agresión de tipo «A» la más frecuente[2].
Este estudio demuestra cómo la exposición a contenidos violentos en dibujos animados puede influir en el comportamiento agresivo de los niños, normalizando la violencia como una respuesta aceptable en diversas situaciones.
Los medios también pueden amplificar discursos de antipatía y discriminación, normalizando el desprecio hacia ciertos grupos. Cuando la violencia es representada sin una crítica real, se vuelve un producto de consumo que refuerza estereotipos y legitima dinámicas de opresión.
El desafío de desaprender: un cambio de paradigmas
Si la violencia se aprende, entonces también es posible desaprenderla. Sin embargo, este proceso no ocurre de manera automática. Se trata de un ejercicio consciente y activo que requiere cuestionar lo que hemos interiorizado como «normal» y reconstruir nuevas formas de relacionarnos. Romper con patrones de violencia implica dejar atrás estructuras arraigadas en nuestra educación, en la cultura y en nuestras experiencias personales.
Uno de los pilares fundamentales en este proceso es la educación emocional, que nos permite desarrollar herramientas para gestionar nuestras emociones, comprender las de los demás y establecer vínculos más saludables. Sin esta base, desaprender la violencia se vuelve un desafío complejo, ya que muchas veces el comportamiento agresivo es una respuesta a la falta de recursos para afrontar conflictos de otra manera.
Las 3 claves para identificar y cuestionar patrones violentos
Para iniciar el desaprendizaje de la violencia, es necesario trabajar en tres aspectos esenciales:
Reconocer las formas de violencia en nuestra vida cotidiana
- La violencia no siempre es evidente. Más allá de las agresiones físicas, existen múltiples formas de violencia que pueden pasar desapercibidas:
- Violencia verbal: comentarios despectivos, burlas o lenguaje que minimiza o desacredita a otros.
- Violencia emocional: manipulación, chantaje o invalidación de los sentimientos de los demás.
- Violencia estructural: normas o prácticas que perpetúan la desigualdad y la exclusión.
Hacer un ejercicio de autoconciencia y revisar nuestras interacciones diarias nos ayuda a identificar qué actitudes normalizadas pueden estar contribuyendo a dinámicas violentas.
Cuestionar lo aprendido y abrirse a nuevas perspectivas
A menudo repetimos patrones sin analizarlos porque es lo que hemos visto desde la infancia. Algunas creencias profundamente arraigadas pueden ser:
- «Si no impones respeto, te pisan.»
- «El castigo es la única forma de corregir el comportamiento.»
- «Algunas personas merecen ser tratadas con dureza porque se lo han buscado.»
Cuestionar estas ideas y abrirnos a nuevas formas de resolver conflictos es un paso clave. La empatía y la capacidad de escuchar sin prejuicios nos permiten entender que existen formas de interacción basadas en el respeto mutuo y no en la imposición.
Incorporar herramientas para gestionar emociones y conflictos de manera no violenta
Desaprender la violencia implica encontrar nuevas maneras de comunicarnos y resolver diferencias sin recurrir a la agresión. Algunas estrategias incluyen:
- Practicar la comunicación asertiva: expresar nuestras ideas y emociones sin herir ni menospreciar a los demás.
- Regular nuestras emociones: aprender a manejar la frustración, la ira y la tristeza de manera saludable.
- Fomentar la escucha activa: entender las necesidades y perspectivas del otro sin interrumpir ni invalidar.
Este proceso no ocurre de un día para otro. Reaprender requiere un compromiso continuo, tanto a nivel individual como colectivo. Solo cuestionando lo que hemos aprendido podremos desarmar modelos anteriores.
Acciones individuales y colectivas para desaprender la violencia
Desaprender la violencia no es solo un ejercicio de reflexión, sino un compromiso con la transformación de nuestras acciones y entornos. Este cambio no ocurre de manera aislada; requiere esfuerzos tanto individuales como colectivos.
Cambios personales: el primer paso hacia la transformación
Cada persona tiene la responsabilidad de cuestionar sus propios comportamientos y creencias. Para ello, es fundamental trabajar en tres ejes principales:
- Autoconciencia: tomar consciencia de cómo nuestras palabras, gestos y actitudes pueden reforzar dinámicas violentas. Esto implica analizar nuestras reacciones frente a los conflictos y evaluar si recurrimos a la imposición, el desprecio o la agresión para resolverlos.
- Gestión del lenguaje: el lenguaje moldea la realidad. Expresiones que minimizan la violencia o refuerzan estereotipos («Así son las cosas», «Se lo buscó», «No es para tanto») perpetúan actitudes dañinas. Incorporar un lenguaje más respetuoso y reflexivo es una forma de contribuir al cambio.
- Responsabilidad en el ámbito digital: la violencia no se limita al espacio físico. Tambien actuamos como profesionales, docentes, educadores, padres, madres, etc. Reflexionar antes de compartir contenido, evitar la reproducción de mensajes violentos y fomentar debates constructivos son formas de desactivar estas dinámicas
Cambios colectivos: transformar los espacios de convivencia
- La escuela: espacios educativos deben fomentar el pensamiento crítico y el respeto. Estrategias como la mediación escolar y el aprendizaje basado en el diálogo pueden contribuir a prevenir la violencia desde la infancia.
- El trabajo: el acoso laboral, la discriminación y el abuso de poder son formas de violencia cotidiana que deben ser erradicadas. Las organizaciones tienen la responsabilidad de generar ambientes basados en el respeto y la equidad.
- La comunidad: la violencia en los espacios públicos, la exclusión social y la marginalización de ciertos grupos refuerzan ciclos de opresión.
- Las políticas públicas: la violencia estructural se perpetúa cuando no hay marcos legales y programas que la prevengan. Es decisivo que existan leyes, mecanismos de protección y políticas de prevención que contribuyan a la erradicación de la violencia en todas sus formas.
Conclusión: la revolución del desaprendizaje
La violencia no es un destino inevitable, sino una construcción social que podemos modificar. Como cualquier aprendizaje, la violencia puede ser desmontada y reemplazada por formas más respetuosas de convivencia.
El desaprendizaje es un proceso activo. No se trata solo de entender que la violencia es perjudicial, sino de asumir el compromiso de transformarla en nuestra vida diaria. Desde la forma en que hablamos hasta las decisiones que tomamos en nuestros entornos, todos tenemos la capacidad de ser agentes de cambio.
Entonces, la pregunta final que les dejo es:
- ¿Qué harás o haremos hoy para desaprender la violencia y fomentar una convivencia más sana?
- ¿Cómo podemos, como sociedad, transformar nuestros espacios en entornos seguros?
- ¿En qué te toca a ti hoy?
[1] https://www.ellitoral.com/vivi-mejor-sf/preocupante-aumento-argentina-acoso-escolar-afecta-ninos
[2] https://pepsic.bvsalud.org/scielo.php
