A 20 años de la sanción de la Ley 26.061, por la cual Argentina consagra el Sistema de Protección Integral de Derechos para niños, niñas y adolescentes (NNyA), todavía arrastramos una deuda estructural: los sistemas que deben proteger, intervienen muchas veces por separado, sin coordinación, sin diálogo, sin puentes.
Educación, salud, justicia, niñez, seguridad y desarrollo social (entre otros) siguen funcionando como compartimentos estancos. Y cuando eso ocurre, los derechos se diluyen. O, peor aún, se vulneran de nuevo desde la institucionalidad.
Cuando un derecho se vulnera… ¿quién se hace cargo?
La escuela suele ser la primera en detectar señales de alarma. Un docente escucha. Un preceptor acompaña. Un equipo de orientación toma nota. Pero luego:
- ¿quién lidera la respuesta?
- ¿quién articula con salud, con justicia, con políticas sociales?
Muchas veces, nadie. O todos, pero sin hablarse. El resultado: intervenciones fragmentadas, revictimizaciones, medidas ineficaces o contradictorias.
La desarticulación no es un detalle técnico. Es una forma de violencia burocrática.
¿Qué significa, en serio, ARTICULAR?
Articular no es «derivar». No es ceder responsabilidades ni invadir competencias.
Articular es:
- Compartir información con criterios éticos y legales.
- Actuar de manera complementaria.
- Construir una mirada integral sobre cada situación.
- Respetar los tiempos, funciones y saberes de cada sector.
El Sistema de Protección Integral lo ordena con claridad: el abordaje debe ser interinstitucional, interdisciplinario y corresponsable. Pero esto no se logra con una firma. Se construye. Requiere voluntad, formación y tiempo de trabajo conjunto.
Las tensiones que dificultan
Cada institución opera con su propia lógica.
- La justicia busca pruebas.
- La escuela ve el impacto en el aula.
- Salud identifica síntomas
- Niñez analiza vínculos familiares.
Estas diferencias son necesarias. Pero si no se integran, generan desconfianza, silencios o superposiciones. Persisten además prácticas heredadas del viejo paradigma tutelar: control, adultocentrismo, desconfianza hacia la participación infantil.
¿Cómo construir una praxis articulada?
Proponemos tres acciones posibles y urgentes:
- Protocolos de intervención intersectoriales, con lenguaje compartido y objetivos comunes.
- Equipos interinstitucionales formados con enfoque de derechos, capaces de leer la complejidad de los casos sin reducirlos a su campo técnico.
- Espacios sistemáticos de evaluación y retroalimentación, donde las instituciones puedan pensarse juntas y ajustar sus prácticas.
Articular no es solo técnica. Es una ética de intervención. Es reconocer que ningún organismo, por más competente que sea, puede proteger solo.
Conclusión: hacer sistema es un verbo
La protección integral no se garantiza desde una ley. Se garantiza desde una cultura de articulación, compromiso y escucha.
Hacer sistema es:
- poner a las infancias en el centro del proceso,
- no del expediente,
- no de la sospecha,
- no de la urgencia administrativa.
La infancias no puede esperar a que los sistemas se entiendan entre sí.
Por eso, articular no es una opción. Es un imperativo legal, ético y humano.
