Participar del XVI Congreso Latinoamericano de Niñez, Adolescencia y Familia, en Uruguay, fue una oportunidad para abrir una conversación que considero urgente: el papel de la inteligencia artificial en la justicia familiar.
En mi ponencia, “IA y Justicia Familiar: la brújula humana en el algoritmo”, propuse pensar cómo garantizar que la tecnología no sustituya, sino complemente, la mirada ética y humanista del derecho.
La inteligencia artificial puede ser una herramienta valiosa en la gestión judicial, pero el riesgo aparece cuando se convierte en sustituto del discernimiento humano. La justicia no puede automatizar su sensibilidad, ni reducir la vida de las personas a datos.
El verdadero desafío es preservar la brújula humana: esa que nos recuerda que detrás de cada expediente hay historias, afectos y derechos que merecen ser comprendidos antes que procesados.
Agradezco profundamente a la organización del Congreso por este espacio de intercambio académico y por promover el diálogo sobre el futuro de la justicia con enfoque de derechos humanos.


