Recientemente, el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos (Argentina) dejó sin efecto una sentencia que había absuelto a un hombre denunciado por intentar prender fuego a su expareja.
Durante el juicio oral, la víctima se retractó de su denuncia, un acto que, aunque sorprendente, es tristemente común en casos de violencia de género.
Este caso pone de manifiesto una realidad alarmante: el miedo paralizante que sufren las víctimas de violencia. La mujer, en un momento de valentía, denunció que su expareja le arrojó líquido inflamable con la intención de prenderla fuego. Sin embargo, durante el juicio, se retractó, un comportamiento que los expertos atribuyen a la dinámica del «ciclo de violencia».
La Procuradora Adjunta argumentó que la retractación no disminuye la gravedad de los hechos. Al contrario, es un síntoma del contexto de violencia en el que la víctima estaba inmersa, reflejando su situación de minusvalía.
El STJ, al adherir al dictamen del procurador general interino, reconoció que la retractación de las víctimas responde a múltiples factores: el temor a represalias, la dependencia económica, y la constante amenaza que perpetúa el ciclo de violencia.
Informes del Equipo Interdisciplinario del Ministerio Público de la Defensa y del Programa de Violencia Familiar, Maltrato Infantil y Abuso Sexual del Consejo Provincial del Menor documentan el historial de abuso físico y psicológico que sufría la víctima y sus hijos. Estos documentos subrayan cómo el miedo y la coerción pueden llevar a las víctimas a minimizar o incluso negar los abusos sufridos.
Situaciones como esas en contextos como esos, destacan la importancia de comprender el efecto paralizante del miedo en las víctimas de violencia.
No solo debemos enfocarnos en los hechos evidentes, sino también en “los silencios y las retractaciones” que a menudo esconden historias de terror y sometimiento.
EL MIEDO PUEDE SILENCIAR A LAS VÍCTIMAS, PERO NUESTRA RESPUESTA NO DEBE SER LA INDIFERENCIA.