1. Introducción: el despertar de un derecho fundamental

La evolución hacia el reconocimiento del cuidado como un derecho humano en América Latina es un reflejo de un cambio profundo en la comprensión de la justicia social y la equidad de género. Esta región, marcada por su activismo, ha iniciado un camino hacia la reinterpretación del “cuidado” como categoría jurídica y social, trascendiendo las barreras tradicionales y planteando un modelo más comprensivo y equilibrado.

2.- La ruta hacia la afirmación del cuidado como derecho

El reconocimiento del cuidado como derecho humano en América Latina surge de un amplio espectro de esfuerzos colectivos, incluyendo el activismo judicial, los reclamos sociales, la investigación académica y la voluntad política[1].

Los cuidados concentran la atención en América Latina y es porque son vitales para las personas a lo largo de toda la vida, permiten el desenvolvimiento de las familias, nutren y fortalecen a las personas, contribuyen a la reproducción social y de la fuerza de trabajo[2] , generan cadenas de valor económico[3] , son centrales para el desarrollo económico y tienen impacto en la subjetividad[4] .

De igual forma, los cuidados, son esenciales para el desarrollo de las infancias o durante el curso de vida de las personas con discapacidad o con enfermedades, y resultan indispensables para las personas mayores [5] .

Este proceso ha sido impulsado por el reconocimiento de que el cuidado es un pilar fundamental en la estructura comunitaria y el entramado familiar, cuya carga ha sido desproporcionadamente soportada por las mujeres.

La incorporación de este derecho en marcos legales y constitucionales representa un avance significativo hacia la redistribución de las responsabilidades de cuidado y la promoción de una sociedad con mayor equilibrio en sus responsabilidades.

3.- Implicaciones del reconocimiento del Cuidado:  redefinición de la división sexual del trabajo

La institucionalización del cuidado como un derecho humano desafía la división sexual del trabajo tradicional, promoviendo una distribución más equitativa de las tareas de cuidado entre hombres y mujeres. Este enfoque no solo busca visibilizar y valorar el trabajo de cuidado, sino también transformar las estructuras sociales que perpetúan la desigualdad de género.

4.- Desarrollo de políticas públicas inclusivas

El reconocimiento del cuidado como derecho implica el desarrollo e implementación de políticas públicas orientadas a garantizar su ejercicio efectivo. Esto incluye la creación de sistemas de cuidado accesibles y de calidad, y la promoción de la corresponsabilidad en las tareas de cuidado, asegurando que las responsabilidades sean compartidas entre el Estado, la sociedad y los individuos.

5.- Avance hacia la igualdad de género

El enfoque en el cuidado como derecho humano es clave para avanzar hacia la igualdad de género. Al abordar una de las principales fuentes de desigualdad, la sobrecarga de trabajo de cuidado no remunerado en las mujeres, se promueve una participación más objetiva en todas las esferas de la vida, potenciando el desarrollo social y económico.

Estos esfuerzos colectivos han sido fundamentales para desentrañar la complejidad inherente al cuidado, redefiniéndolo no solo como una labor sino también como un derecho inherente al ser humano.

La región de América Latina ha liderado un proceso de cambio significativo, estableciendo el cuidado en el marco de los derechos humanos y superando los desafíos asociados con su conceptualización y visibilización [6].

6.- Desafíos en el horizonte y el estado actual del debate

La implementación del cuidado como derecho humano en América Latina enfrenta desafíos significativos. Requiere de un cambio institucional profundo que integre el enfoque de derechos humanos en todas las políticas públicas y un cambio cultural que revalore las normas sociales sobre el derecho a cuidar, ser cuidado y al autocuidado, profundizando los estándares concretos, estableciendo el alcance de las obligaciones positivas y negativas que corresponden a los Estados, como así también definiendo contenidos mínimos.

La participación activa de todos los actores sociales es fundamental para este proceso.

La ruta hacia la efectiva implementación de este derecho es compleja y desafiante.

En definitiva, nuestro compromiso es poder repensar “el cuidado” como un derecho, un deber y una función.


[1] Pautassi, Laura: “El derecho al cuidado. De la conquista a su ejercicio efectivo”, FRIEDRICH-EBERT-STIFTUNG – ANÁLISIS – TRABAJO Y JUSTICIA SOCIAL, Marzo 2023

[2] Tronto, Joan (2020). ¿Riesgo o cuidado? Fundación Medife Edita.

[3] Martínez Franzoni, Juliana (2021). Los cuidados antes y durante la pandemia en América Latina. ¿Una emergencia con oportunidad? En Pautassi, Laura y Marco Navarro, Flavia (Coords.). Feminismos, cuidados e institucionalidad. Homenaje a Nieves Rico (pp. 123-154). Fundación Medife Edita.

[4] Lamas, Marta (2018). División del trabajo, igualdad de género y calidad de vida. En ONU Mujeres. El trabajo de cuidados: una cuestión de derechos humanos y políticas públicas (pp. 12-23). ONU Mujeres

[5] Rico, María Nieves y Marco Navarro, Flavia (2013). Cuidado y Políticas Públicas: debates y estado de situación a nivel regional. En Pautassi, Laura y Zibecchi, Carla. Las fronteras del cuidado. Agenda, derechos e infraestructura (pp. 27-58). ELA Biblios.

[6] https://www.codhem.org.mx/reconocer-el-cuidado-como-derecho-humano-permitira-visibilizar-la-labor-que-hacen-las-mujeres/

https://www.diarioconstitucional.cl/2023/06/07/el-cuidado-es-un-derecho-humano-la-oportunidad-para-su-consagracion-en-el-sistema-interamericano