Durante años hablamos de los derechos de niñas, niños y adolescentes como principios inspiradores.

La experiencia europea muestra algo distinto: cuando esos derechos se colocan en el centro de las decisiones públicas, dejan de ser declamación y se transforman en estructura.

La Unión Europea (UE) ha definido la protección y promoción de los derechos del niño como una prioridad transversal, incorporada en sus tratados, en su Carta de Derechos Fundamentales y en la producción normativa del Parlamento Europeo.

No se trata solo de normas sectoriales, sino de una lógica clara: cada política debe ser compatible con los derechos de la infancia.

Un dato especialmente significativo es la creación de un coordinador de derechos del niño dentro del Parlamento Europeo. Su función no es simbólica: actúa como punto de referencia para garantizar que las políticas, la legislación y las decisiones institucionales incluyan una mirada específica sobre la infancia.

Esto nos invita a una reflexión más amplia.

¿Qué cambia cuando los derechos del niño dejan de aparecer solo en discursos y pasan a ser un criterio de decisión?

¿Qué impacto tiene que la infancia sea pensada no como un tema aislado, sino como una responsabilidad estructural del Estado?

Las preguntas no son solo jurídicas. Pasan a ser institucional, políticas y éticas.

Cuando un sistema jurídico y político decide tomarse en serio los derechos del niño, algo se desplaza:

«la infancia deja de ser vulnerable por omisión y empieza a ser visible por decisión»

#VocesConMariana #derechosdelniño

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea
European Union
Corte Interamericana de Derechos Humanos

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