La ponencia del Juzgado de Familia y Sucesiones de Monteros (Tucumán) presenta una experiencia concreta de aplicación de la justicia restaurativa en un caso de violencia entre adolescentes, situándose en el marco de una perspectiva integral de derechos humanos y protección a la niñez y adolescencia.
El caso involucra a Zayra, una adolescente víctima de una situación de violencia psicológica, física y simbólica ejercida por Joel, su compañero de escuela. Lo novedoso del abordaje es que el tribunal optó por no judicializar el conflicto en términos tradicionales, sino activar un proceso restaurativo interdisciplinario que combinó intervenciones de profesionales de salud mental, trabajo con las familias y medidas protectoras para ambos adolescentes.
La estrategia implementada incluyó entrevistas individuales, acompañamiento sostenido a la víctima, seguimiento terapéutico del agresor, cambio de institución educativa para evitar la revictimización, y un trabajo con el entorno escolar y familiar que permitió reconstruir el sentido de reparación sin contacto forzado entre las partes.
El proceso culminó con un acuerdo reparador que incorporó un acto simbólico de responsabilidad asumido por Joel, avalado por su entorno y validado por Zayra en términos de restitución emocional y respeto. La jueza remarcó que la justicia restaurativa no es una renuncia a la sanción, sino una reinvención del modo de tramitar el conflicto desde una lógica de cuidado, conciencia del daño y recomposición del lazo social.
Este enfoque pone en el centro a los adolescentes como sujetos activos de derecho, y al Poder Judicial como facilitador de procesos restaurativos, no solo como emisor de resoluciones. La experiencia constituye un precedente innovador que invita a repensar el rol de los operadores judiciales frente a conflictos complejos en contextos de niñez.